sábado, agosto 04, 2012

¿La de Onganía fue una "dictablanda"?

Por Omar Barberis
Periodista - Chilecito


(PRIMERA PARTE)
Domingo 13 de Nov. de 2011

http://www.elindependiente.com.ar/papel/hoy/archivo/noticias_v.asp?232679

En nota publicada en EL INDEPENDIENTE, titulada "De la estanciera a la computadora", el Lic. Roberto Rojo afirma: (...)"DINEA fue creada en 1968, en plena dictablanda de Juan Carlos Onganía: quién lo diría... Fue el mismo Onganía que atacó las universidades en la llamada Noche de los Bastones Largos". Más adelante, Rojo redondea: (...) "No duró mucho esa experiencia democrática: en 1976, ahora sí, una dictadura encabezada por el entonces general Jorge Rafael Videla" (...)

Lamento tener que refutar públicamente a un historiador de sus quilates, Lic. Rojo, pero la de Onganía, ¡minga que fue una "dictablanda"! como usted afirma, evidentemente inadvertido de los hechos. ¡Qué extraño me resulta tener que discutirle de historia a un historiador!

Cuando se recuerda a Onganía, erróneamente se lo hace sólo por el apaleamiento brutal de docentes y estudiantes de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y pareciera que allí termina todo. Supongo que a los sectores académicos de entonces y de hoy, debe haberles impresionado vivamente recibir unos bastonazos en el lomo.

Pero, cualquiera que se haya ligado alguno por su militancia política, sabe que el garrotazo (igual que el efecto de los gases lacrimógenos), al final pasa y no deja más secuelas que el recuerdo. No es tan grave un lonjazo, si lo miramos en perspectiva y comparando con bestialidades peores que vinieron después.

Quienes suavizan, nostálgicos, las aristas de la dictadura de Onganía, (Mariano Grondona y sus seguidores, por ejemplo), hacen la del perro y la olla, cuando se les recuerda que durante ese período desapareció Alejandro Baldú, un integrante de una organización armada llamada FAL, detenido y torturado por la Policía Federal. Baldú murió a causa de dichas torturas.

Olvidan también, muy convenientemente desmemoriados, que la llamada "Doctrina de la Seguridad Nacional", fue expuesta por Onganía en West Point y que, en su esencia, determina que el "enemigo" es interno (la propia población civil del país) y que las Fuerzas Armadas se arrogan el derecho de intervenir en la vida política de los países, mediante golpes de Estado.

¡Pavada de "dictablando" era Onganía, estimado Lic. Rojo! Si hasta llegó a sentar doctrina exportando el "modelo argentino", basado en golpes de Estado, torturas, desapariciones y ejecuciones sumarias de prisioneros políticos.

Allí no terminan las cosas, porque todo tiene que ver con todo. Durante el Onganiato, se reimplantó la más cruda política neoliberal, que algunos despistados le atribuyen exclusivamente a Videla y Martínez de Hoz.

El ministro de Economía del "dictablando" Onganía, fue Adalbert Krieger Vasena, un siniestro fulano de rancia estirpe entreguista y vendepatria.

Dije "se reimplantó", porque el susodicho no hizo más que retomar el llamado "Plan Prebisch" (leer a Jauretche, si se lo va a citar tanto), entronizado luego del golpe de 1955, que no hacía más que darle continuidad a la misma política económica que generó Pinedo durante la llamada "Década Infame" (leer a Scalabrini Ortiz), que a su vez continuaba a... ¿para qué seguir recordándole, estimado Rojo, si el historiador es usted y yo soy un simple periodista memorioso?

Durante la "dictablanda" de Onganía, en Córdoba se asesinó en septiembre de 1966 a Santiago Pampillón, un estudiante mendocino dirigente de Franja Morada, al que muy pocos radicales recuerdan, pese a que decenas de agrupaciones, calles y centros de estudiantes llevan aún su nombre.

También fueron ejecutados: Hilda Guerrero de Molina que reclamaba pacíficamente en Tucumán. Luego, los estudiantes Juan José Cabral en Corrientes, Adolfo Bello en Rosario y el metalúrgico Norberto Blanco también en Rosario.

Recuerdo particularmente el crimen de Bello, ya que quien esto escribe vivía y estudiaba en Rosario cuando ocurrió (1969), y la céntrica Galería Melipal (sitio de la ejecución) y la marca del balazo mortal en una madera, se transformaron en un sitio de peregrinación para nosotros, los adolescentes de entonces.

No le voy a recordar el Cordobazo, licenciado Rojo, porque ya se escribió demasiado sobre el tema. Sí debo refrescarle la memoria sobre la gran cantidad de muertos que produjo la represión del mismo, por parte de la "dictablanda" de Onganía.

Pero aún me queda la frutilla del postre... El 29 de mayo de 1970 había sido secuestrado el General Pedro E. Aramburu, quien posteriormente sería ejecutado por la aún desconocida organización armada Montoneros.

(SEGUNDA PARTE)
Lunes 14 de Nov. de 2011

http://www.elindependiente.com.ar/papel/hoy/archivo/noticias_v.asp?232767

Como reacción, el "dictablando" Onganía reimplantó por Decreto-Ley, la pena
de muerte, que empezó a regir el 2 de junio.

¿A quiénes sería aplicada? A los autores de secuestros seguidos de muerte o lesiones gravísimas. Y a "El que atentare con armas contra un buque, aeronave, cuartel o establecimiento militar, o de fuerza de seguridad, o sus puestos de guardia, o su personal", como rezaba el artículo 2°. También "serán ejecutados quienes usaren insignias, distintivos o uniformes correspondientes a las Fuerzas Armadas o de Seguridad", si éstas eran empleadas para cometer delitos, cuya pena fuera superior a 8 años.

Y en sus artículos 7° y 8° determinaba que todo condenado a muerte, sería fusilado dentro de las 48 horas de su sentencia y en el mismo establecimiento donde se encuentre detenido. ¡Vaya "dictablanda" la de Onganía, estimado Rojo!

Por supuesto que, si apelamos a la brutal comparación con lo que vendría después de 1976, Onganía parece el Pato Donald, al lado de un Massera.

No sé si muchos opinadores profesionales -que hoy se llenan el pecho hablando de dictaduras y del pasado reciente-, saben que la pena de muerte fue reimplantada por Onganía. Afortunadamente, no tuvo efectos. Aunque -presumo-, debe haber servido de fuente de inspiración para Videla y sus numerosos aplaudidores civiles de 1976.

Humildemente, creo que ustedes, los historiadores, estimado Rojo, deberían ser extremadamente cuidadosos con algunas afirmaciones. Porque la misión del historiador es darnos certezas documentadas, a los aficionados que nos gusta bucear en el pasado.

Y si un historiador la pifia, con algo de tanta gravedad, como eso de "dictablanda", estamos al horno y con papas fritas, los demás mortales.

Si ustedes le chingan a un cañón o espada, de más o de menos en una batalla o a la fecha de un hecho histórico, la cosa no es tan grave. Una simple fe de erratas repara el error.

Pero si adjetivamos de "dictablanda" a cualquier gobierno de facto, estamos jodidos, porque eso genera opinión e ideología. Fundamentalmente, ideología.

Algún despistado puede excitarse y creer que hay o hubo en Argentina, dictaduras mansas y dictaduras bravas. Dictaduras malas y dictaduras buenas. Y que la de Onganía fue una de las mansas.

Para esos menesteres, ya tenemos sobredosis con la casta dirigente del Partido Comunista Argentino, que consideraba que Videla pertenecía al "ala democrática" o "blanda" del gobierno de facto o dictadura y había que darle el apoyo efectivo, como lo hicieron.

Y concurrieron, muy sonrientes, al brindis de 1979. Y vaya uno a saber cuántas festicholas más, habrán animado estos cretinos.

Allí, en el PC Argentino tiene usted un estropeado ejemplo concreto de lo que ocurre con el boludeo histórico, que produce payasada ideológica y que termina por convertir al tonto que lo ejercita, en un miserable político.

Por eso, ustedes los historiadores, y nosotros, los periodistas, debemos ser exageradamente minuciosos, rigurosos hasta lo exasperante, con los hechos.
Es mi modesta opinión. Muchas gracias.

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